Unos cazadores nómadas de hace 13.660 años, que seguramente
habitaban en Francia, y cruzaban los Pirineos en busca de pieles, fueron los
autores del que ha sido calificado como el primer mapa cartográfico de Europa
Occidental.
Estos individuos de la cultura Magdaleniense, se alojaban
en la cueva de Abauntz, en Navarra, y desde allí, uno de ellos
se entretuvo en grabar en una pequeña piedra de margosa (dura por dentro y blanda por
fuera) el panorama que tenía a su alrededor, señalando los
cerros, los ríos, los pasos o puentes sobre el agua, las zonas inundables y hasta las áreas en las que se
encontraban con más frecuencia los animales que iban a buscar.
El hallazgo y desciframiento de este tesoro cartográfico, que ha
sido publicado en la revista 'Journal of Human Evolution', ha sido fruto del
tesón del equipo de la arqueóloga Pilar Utrilla, de la Universidad de Zaragoza.
Junto a este mapa también se encontraron otras dos piezas de gran valor: una
lámpara lítica de sebo, en la que también están grabadas
escenas de caza, y otra piedra que representa la cabeza
de un caballo y
aún no se ha publicado.
"Seguramente eran nómadas que venían al valle del Ebro de
caza y que hacían un croquis de todo lo que podía ser de interés para otras
visitas o para quienes llegaran detrás de ellos. Como un
mapa del tesoro en
el que les dejaban señalados los puntos clave", explica la arqueóloga
aragonesa.
Como todo mapa del tesoro, descifrarlo ha llevado mucho tiempo.
Las piedras, explica Utrilla, aparecieron
dentro de la cueva en 1993, durante unas excavaciones en la que
llevaba trabajando casi 20 años.
Estaban en un nivel que, gracias a una muestra de carbón, se
pudo datar en la última etapa del Magdelaniense, unos 3.000 años más recientes
que las pinturas de las cuevas de Altamira. Al principio, lo que más llamó la
atención fue que las figuras de los animales que
aparecían en ambas estaban en perspectiva, con figuras más
precisas en un primer plano y más esquemáticas al fondo.
El bloque 1 (el mapa) estaba junto a lo que fue un antiguo hogar
y no lejos había varios buriles de piedra, con los que había sido grabado, por
lo que se dedujo que habían sido hechos 'in situ'. Pero la
superficie era un auténtico galimatías, y durante mucho tiempo
no se supo interpretar. Incluso se publicó el hallazgo como una pieza
artística, muy interesante, pero sin un contenido intrínseco especial.
Un
día, por casualidad, observando la foto de una parte de la piedra, Utrilla se
dio cuenta de cómo se parecía una de las figuras al perfil del Monte San
Gregorio, que justamente está enfrente de la cueva. Volvieron al lugar y vieron
la luz: allí estaban grabados el río y sus afluentes, el prado inundable, los
ciervos, que estaban en zonas llanas, como corresponde, las cabras en las
montañas y los caminos, señalados con puntos suspensivos.
Puntos geográficos importantes
Junto a las cabezas de las ciervas se ven unos semicírculos que
bien podrían ser señales de la berrea de los machos que oyen las hembras, o
indicar que olfatean el peligro. Comprobaron que señales
similares se repiten en otras piezas encontradas en el Cántábrico.
Unos puntos circulares más profundos marcaban los lugares del
agua, o donde recoger piedras de sílex. Incluso hay el esquema de una figura
humana, que fue la última en dibujarse.
De hecho, parte del trabajo ha consistido en determinar las
superposiciones de diferentes capas de figuras, para averiguar cómo fue el
proceso de elaboración.
"En Europa Oriental existen piezas de hueso que parece que
reproducen el paisaje, como es el caso de la encontrada en Moravia [Chequia] en
la que se ve un río y sus meandros, pero en Europa Occidental sólo hay algunos
casos que podrían ser paisajes, pero están en discusión, como es el bastón de
mando encontrado en la cueva de El Pendo, de Cantabria", explica Utrilla.
"Sin
duda, este es el ejemplo más claro del intento de hacer un mapa para que sirva
de guía a otros cazadores que, como ellos, iban en busca de pieles hasta esta
zona", concluye la investigadora, cuyo equipo ha revelado las capacidades cartográficas
de nuestros antepasados.
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La sombra del
asno / blog de Adolfo Arranz
El mapa cartográfico más antiguo de Europa Occidental fue hallado en
1993 en la cueva de Abauntz, en Navarra, y ha sido descifrado por el equipo de
la paleontóloga Pilar Utrilla, de la Universidad de Zaragoza. Yo lo
consideraría también la primera infografía, puesto que además de elementos
topográficos muestra información de dónde hay caza, zonas inundadas, y más elementos _________________________________________________
Rutas
Arqueológicas por Navarra
Museo de
Navarra – La cueva de Abauntz
Publicado por
Julio Asunción
La segunda
vitrina de la sala de Prehistoria está dedicada a un solo yacimiento: la cueva
de Abauntz. Situada en las cercanías de Arraitz-Orkin, en el valle de Ultzama,
es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Navarra. A su amplia
secuencia cronológica, la más completa de la Prehistoria Navarra, que abarca
desde el Paleolítico Medio a la época
romana (45.000 a. C. – 400 d. C.) se añade la calidad e importancia de los hallazgos
en ella encontrados. Hallazgos que continuarán en los próximos años ya que sólo
se ha excavado una pequeña parte de la misma. El descubrimiento del mapa más
antiguo de Europa Occidental, verdadero tesoro de la Prehistoria, llevó a la
cueva de Abauntz a revistas, periódicos y televisiones en el año 2010. El mapa
tiene más de 13.000 años de antigüedad.
En el mapa están
representados los alrededores de la cueva: el arroyo de Zaldazain, el monte San
Gregorio, la garganta que se extiende entre la cueva y el monte y otros detalles
del entorno. Cuando visité la cueva, me fue difícil imaginar a pocos metros de
su entrada al artista-cazador grabando la piedra donde reflejaba el paisaje
cercano. Es más, en la piedra hay una figura antropomorfa ubicada en el punto
de vista desde el que se ve el paisaje representado, enfrente de la peña de San
Gregorio. ¿Quizás el autorretrato más antiguo de la Historia?
Dada la difícil
interpretación del bloque que contiene el mapa, que llevó 25 años de trabajo al
equipo de la arqueóloga Pilar Utrilla, se exponen gráficos y una copia a mayor
escala para facilitar la identificación de los motivos.
Pero esta
pieza no es la única singular del yacimiento. Otro canto de piedra tiene la
mejor representación de arte mueble prehistórico de Navarra, la cabeza de un
caballo de bella factura naturalista.
Un tercer
canto fue usado como lámpara. En su parte superior tiene una concavidad donde
se ponía la grasa que era usada como combustible para iluminar el interior de
la cueva. También contiene representaciones de animales.
Otra pieza
interesante es un colgante con marcas en grupos de 7, basado en las fases de la
luna. Debió ser un calendario lunar con el que controlaban el paso del tiempo.
¿Quizás para fijar la fecha de reunión con el resto de la tribu tras las
paridas de caza? ¿Marcaban algún día especial o sagrado?
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Arraitz-Orkin / Cuevas de
Abauntz
Se sitúan en
el paraje de Arizarte, distante 1 kilómetro aproximadamente de la localidad de
Arraitz, a través de la pista de Zaldazain. En el interior de la misma se
encontró un yacimiento prehistórico con restos humanos y cerámica de la edad de
bronce. Han sido diversas la excavaciones que se han llevado a cabo en el lugar
en la década de los años 80, existiendo abundante materia proveniente de esta
cueva expuesto y catalogado en el Museo de Navarra. En agosto de 2009, la
arqueóloga aragonesa Pilar Utrilla, encabezando un equipo de investigación de
la Universidad de Zaragoza, han descubierto que en una piedra proveniente de la
cueva de Abaunz, hay un mapa que según los estudios realizados dataría de hace
13.660 años, convirtiéndose de dicho modo en el mapa más antiguo de Europa
occidental.
imágenes obtenidas del artículo "ARTE MUEBLE SOBRE SOPORTE LÍTICO DE LA CUEVA DE ABAUNTZ" de Pilar Utrilla y Carlos Mazo.
Los cantos pintados de la cueva de Abauntz y algunas nuevas lecturas del bloque 1
Según la
mitología del lugar, la cueva servía de morada de lamías (brujas), y la
tradición oral transcribe la siguiente leyenda: “Al parecer había un pastor de
Arraitz, que llevaba todos los días leche de oveja a las brujas que habitaban
la cueva, pero un día tuvo la ocurrencia de mezclar dicha leche con gran
cantidad de excrementos de oveja, lo que dio motivo al enfado y enojo de las
lamías. Éstas, vista la afrenta cometida por el pastor, le siguieron esa misma
noche con intención de atraparle, pero afortunadamente para el pastor, sonaron
las doce campanadas de medianoche en el reloj de la iglesia de Arraitz, y las
lamías se volvieron a su cueva sin lograr atraparle, librándose así el pastor
de un severo castigo. No obstante sí tuvieron tiempo para maldecirle y jurarle
que en su casa nunca faltarían las desgracias.
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