Rito de nacimiento vasco “Atsolorra”
M. Carmen BASTERRETXEA
En el legado cultural, en relación con el rito de nacimiento, encontramos que cuando una mujer está a punto de parir las mujeres de la vecindad acuden para atenderla hasta su recuperación. Estas mujeres cuidan a la madre y al recién nacido por lo que ambos están bajo la responsabilidad de la comunidad.
Hay que destacar que el rito vasco de nacimiento “Atsolorra” es un ritual anterior a la imposición del bautismo realizado por la Iglesia Católica (siglo XVI). Este tesoro, que estaba extinguido, en la memoria de las abuelas de Ereñotzu está presente; ellas recuerdan que los últimos rituales los realizaron en los años 70. Después de 42 años de pérdida del ritual el 29 de abril se recuperó el “Atsolorra” en Ereñotzu; fue un encuentro emotivo, alegre, y feliz.
“Atsolorra” es una palabra compuesta cuyo significado etimológico es “Atso”/“Mujer” “Anciana”, “Mujer Mayor” que no ha sido madre, “Lorra” o “Lorpean” significa “arrear” o “acarrear”. Para la comunidad su significado era el esfuerzo que realizaban las mujeres con la madre y el recién nacido afrontando y llevando sus vidas hacia delante. Estas mujeres eran mujeres sin hijos por lo que ellas disponían de más posibilidades para atender el parto y su recuperación con entera disposición.
El rito vasco de nacimiento “Atsolorra” está presente en la memoria de las abuelas de Ereñotzu.
En la sociedad actual la palabra “Atso” tiene connotaciones despectivas, como ocurre con la palabra “Sorgina”. Estas connotaciones despectivas provienen del ejercicio que realizó la Iglesia, desde el siglo XVI incluyendo el siglo XX, cuyo objetivo fue destruir el modelo social y económico de Euskal Herria, “Modelo Matrilineal”, e imponer su cultura de propiedad privada con sus ritos de paso. La forma de destruir la cultura vasca era arremetiendo contra la mujer ya que ella es la que transmite el modelo cultural a sus hijos e hijas. El ataque bestial contra las mujeres fue mediante la Inquisición, los púlpitos, la legislación, y el franquismo. En este ejercicio de represión las palabras “Atso” y “Sorgina” son manipuladas por la Iglesia dando connotaciones negativas por lo que desaparece su significado de origen.
Estas mujeres se ayudan entre ellas con sabiduría, una sabiduría adquirida en la transmisión oral a través de diferentes generaciones. También los hombres colaboran respondiendo a las necesidades que se presentan en ese momento. Esta comunicación entre hombres y mujeres es continua y la comunidad está al tanto de la recuperación de la madre y del recién nacido.
“Atsolorra” también lleva otro significado que es el reconocimiento social de la madre y del recién nacido con lo cual la comunidad reconoce a la nueva criatura. Este reconocimiento supone por parte de la comunidad en proteger y cuidar al recién nacido; siendo un compromiso social el cual se establece con el sonido de la “Txalaparta” y a su vez se celebra este acontecimiento.
Lo que queda en la memoria histórica de nuestras abuelas en el siglo XXI es la parte festiva del “Atsolorra”; la madre en una tarde festiva organiza una merienda-cena con su recién nacido reuniendo a sus vecinas y allegadas, las cuales traen presentes y en este encuentro se habla, se canta, etc.
El recuperar este rito supone tener presente lo que fue en su origen el ritual de nacimiento vasco y lo que supone para el futuro de nuestros hijos e hijas, en el cual el nacimiento se establece en su propia identidad y psique cultural.
En el “ritual” se establece una función personal y social los cuales se unen conformando un todo. Este “todo” supone que cada persona estructura su interior (su psique, sus emociones) con el mero hecho de participar en el encuentro.
Estas mujeres eran mujeres sin hijos por lo que ellas disponían de más posibilidades para atender el parto y su recuperación con entera disposición.
Se muestra que el ritual se realiza para la supervivencia de la comunidad, la cohesión, reconocimiento social y la reestructuración del yo interno, con el yo externo colectivo; ya que lo personal sin lo colectivo, o lo colectivo sin lo personal, supone en la cotidianidad la desestructuración del ser humano. En la actualidad las emociones individuales y colectivas se destruyen por la ausencia de una coherencia vital de cuyo resultado vivimos en soledad, estrés, agresividad, un vacío interior sin sentido vital, etc.
La recuperación del rito en cada uno de los ámbitos supone la reestructuración de nuestro interior en la interacción de lo personal con lo social, siendo una cuestión de ser conscientes de qué es el ser humano. El ser humano no está constituido por partes sino que está constituido en un todo y los “ritos de paso” son los instrumentos necesarios para lograr ese equilibrio interno en el ser humano.
La recuperación de los “ritos de paso vascos” en general, y del “Atsolorra” en particular, adquiere una especial dimensión si tomamos conciencia de que estamos transitando de la época Industrial a una NUEVA ÉPOCA. Desde esta perspectiva de Cambio de época que coincide con la Crisis Global actual, podríamos construir-reconstruir nuestro MODELO CULTURAL MATRILINEAL, en el cual el “Auzolan” y el “Batzarre” forman parte en interacción con los rituales. Estas dos estructuras de organización de trabajo necesarias para solventar las necesidades de la comunidad están en interacción con los “ritos” los cuales estructuran las diferentes etapas del ciclo de vida del ser humano. En este caso el modelo cultural Vasco (Matrilineal) es un conjunto que cubre no solo las necesidades materiales sino también las necesidades emocionales, psíquicas, y vitales de cada persona, conformando un todo como es el ser humano.
Fuente: http://www.euskonews.com/0642zbk/gaia64204es.html
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