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viernes, 13 de junio de 2014

JERÓNIMO DE AYANZ Y BEAUMONT, TECNÓLOGO INCANSABLE

diariodenavarra.es

MICHELLE UNZUÉ . PAMPLONA

La máquina de vapor tiene copyright navarro, pero poca gente lo sabe. Jerónimo de Ayanz y Beaumont, noble navarro que desarrolló una apasionante biografía en el siglo XVI, legó numerosos avances científicos recordados en las Semanas de la Ciencia.

Su vida da para un libro de aventuras, en el que la ciencia, los lances en la batalla, las artes o las intrigas de la Corte se entrelazan a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, el navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613) no tiene en su honor ni una calle en la comunidad en la que le vio nacer, a pesar de ser un ilustre inventor y precursor de elementos nada desdeñables como la máquina de vapor o el submarino.

El trabajo de un inventor navarro

Al rescate de su figura acudió hace años el catedrático de la Universidad de Valladolid Nicolás García Tapia, quien impartió en el centro de I+D en Electrónica y Comunicaciones Jerónimo de Ayanz de la Universidad Pública de Navarra, una conferencia titulada Jerónimo de Ayanz y Beaumont, un inventor navarro.

"Es un personaje novelesco totalmente desconocido hasta los años 80 del siglo XX, no se conocía invento ni línea sobre él. Lo descubrí en los archivos y me he enganchado, porque su vida era espléndida y me alegra hablar de él en un centro de alta investigación que lleva su nombre", aseguró el conferenciante de la charla programada en el marco de las Semanas de la Ciencia.
Aunque este polifacético navarro destacó por sus variados inventos y experimentos, su vida no tiene desperdicio. Sus orígenes desmienten el tópico del inventor como gente del "vulgo": Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue hijo de Carlos de Ayanz, señor de Guenduláin, y de Catalina de Beaumont, y sus ascendientes se remontan a Felipe III El Noble, rey de Navarra, y entroncan en la historia de la nobleza navarra.
A los catorce años se convierte en paje del rey Felipe II, bajo cuyo reinado logró su mayor reconocimiento público. En las crónicas de la época se le describe como un "militar de fuerza descomunal" y combatió en Túnez, Lombardía, Flandes o Las Azores, entre otros puntos conflictivos. Incluso llegó a desmantelar el complot de un ciudadano francés contra Felipe II, "que en cierto modo le debía la vida", apuntó García Tapia.
Gracias a sus méritos militares se convierte en Caballero de la prestigiosa Orden de Calatrava en 1579, y le otorgan las encomiendas de Ballesteros y Abanilla. Contrae matrimonio con Blanca Dávalos Pagán y Aragón, de Murcia; en esta ciudad se asienta, y cuando enviuda se casa en segundas nupcias con su cuñada Luisa.
Los documentos de la época confirman que Jerónimo de Ayanz fue pintor (propuso a Felipe III fundar una Academia de Bellas Artes en Valladolid); "según las crónicas sobresalió en música, ya que tenía una poderosa voz de bajo, y demostró habilidad en los lances de toros a caballo", recordó García Tapia. La pluma de Lope de Vega plasmó su vida aventurera en la comedia Lo que pasa en una tarde.

En 1587, el navarro se convierte en regidor de Murcia, y ocho años más tarde en gobernador de Martos. En esta época comienza su interés por la ciencia y aspectos técnicos como la minería, que se concretarían en futuras aportaciones científicas.
En 1597, Felipe II lo nombra administrador general de minas del reino español, y de él dependen las 550 minas registradas en la Península más las de América Latina. "Jerónimo de Ayanz no podía estarse quieto, se tomaba todo muy en serio y por eso visitó la mayoría de las minas españolas y pidió muestras de las americanas para mejorar su producción", expuso García.
Su influencia empieza a mermar un año después, con el fallecimiento de su mentor Felipe II. "Su sucesor, Felipe III, abandona los asuntos en manos de su valido, el duque de Lerma, cuyas ideas no concordaban en absoluto con las de Jerónimo y se convierten en enemigos", afirmó el catedrático.

Aunque el navarro termina abandonando su cargo como administrador general de minas en 1604, un año después presenta un exhaustivo informe al monarca con 25 puntos para mejorar la minería de la península. Entre sus propuestas, novedosas en la época, se encuentra el apoyo a la iniciativa privada, la baja de impuestos o la simplificación de la legislación sobre las minas.

En 1611 creó una compañía para explotar la mina de Guadalcanal, de la que extrajo plata. Fallece dos años después, el 23 de marzo de 1613. Atrás dejaba una vida curtida en mil batallas e intensa en múltiples facetas, que la historia perdió en el camino hasta que Nicolás García Tapia volvió a darle el lustre que se merece.
Ayanz patentó casi medio centenar de invenciones en diferentes disciplinas. Ideó, por ejemplo, un destilador de barro con el objetivo de obtener agua potable del agua marina en un barco.
El inventor navarro desarrolló también una barca submarina hermética propulsada con remos, con gruesos cristales y un sistema de renovación de aire. Un sistema similar le sirvió en 1606 para mantener a un buzo durante más de una hora bajo el agua del río Pisuerga, ante la mirada atónita de Felipe III y su corte de Valladolid.



Es durante su desempeño como administrador general de minas en 1597, que desarrolla y posteriormente en 1606 patenta lo que podemos considerar la primera máquina de vapor moderna.
En su diseño, el agua de la mina cae, a través de una válvula de no retorno V, en un depósito intermedio D. Cuando se hace entrar vapor a presión desde la caldera (bola de fuego) B, el agua contenida en D es desplazada a un nivel superior a través de un conducto.

El navarro patentó otra aplicación de la máquina de vapor, lo que hoy llamaríamos eyector de vapor. El vapor de una caldera se expulsa en el interior de un tubo, a través de una tobera con un pronunciado estrechamiento final. Al expandirse, el vapor fuerza la circulación del aire a lo largo del conducto. Este invento podía ser aplicado en la ventilación de minas y hornos, aunque el propio Ayanz apunta que si se hacía pasar un extremo del tubo por un lugar fresco, se podría utilizar a guisa de "aire acondicionado" para una vivienda.
Ayanz fue capaz de desarrollar algo que no fue superado hasta casi un siglo después, concretamente en 1698. Ese año, el inglés Savery patentó una máquina de desagüe muy similar, para posteriormente usarla en las minas inglesas. Por otro lado, tendremos que esperar al siglo XX para encontrarnos versiones modernas de los eyectores de vapor.
Pese a que hay ciertos indicios de que Ayanz llegó a probar su máquina de desagüe en las minas de plata de Guadalcanal, no ha quedado constancia del resultado de estos trabajos. Sin embargo, la propia obtención de la patente (que implicaba un peritaje), y el hecho de que la muy similar máquina de Savery llegase a ser instalada con éxito en las minas inglesas, son pruebas de que, en otras circunstancias, el diseño de Ayanz podría haber adelantado en casi un siglo el desarrollo industrial de las máquinas de vapor.
Fuentes y Bibliografía complementaria:
Nicolás García Tapia, "Patentes de invención españolas en el Siglo de Oro" Oficina española de patentes y marcas, Madrid 1990.
Nicolás García Tapia, "Tecnología e imperiohttp://www.assoc-amazon.es/e/ir?t=fotograflowco-21&l=as2&o=30&a=849559935X"
Tecnología Obsoleta: "Jerónimo de Ayanz, el Da Vinci español

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