Para conocer más sobre el Olentzero
Un día, cuando ella iba viajando a través de las montañas, se detuvo para peinar sus cabellos junto a una fuente. De repente, los Prakagorris le anunciaron que algo se estaba moviendo entre los helechos. El hada continuó peinando y peinando sus rizados cabellos y no se dió cuenta de nada hasta que los Prakagorris gritaron llamando su atención. "Es un bebé humano" dijo el más viejo de los duendes. "¿Por qué lo dejaron aquí?" dijeron todos los Prakagorris a coro. "Yo no sé" dijo el hada, "es difícil de comprender como los humanos pueden ser tan desalmados algunas veces."
"Desde ahora," le dijo el hada al bebé, "tu nombre será Olentzero, porque es una cosa maravillosa haberte encontrado. Y por este acto te daré los regalos de Fuerza, Coraje y Amor, por todo el tiempo que tú vivas." Entonces el hada tomó al bebé y lo llevó a una vieja casa en el límite del bosque donde vivían un hombre y su mujer que no tenían niños.
Y así fue como Olentzero llegó a crecer en aquellas maravillosas montañas, hasta que se convirtió en un fuerte, saludable y amable hombre. Sus padres fueron muy felices y Olentzero no estaba en absoluto preocupado por la extraña forma en la cual sus padres llegaron a encontrarlo.
Olentzero trabajaba todos los días de la mañana a la noche, haciendo carbón y ayudando a su anciano padre. Después de muchos años, la anciana pareja quienes habían sido los amorosos padres de Olentzero finalmente murieron y Olentzero se quedó muy solo en la casa en el bosque.
Los años vinieron y se fueron y su cara comenzó a arrugarse y su cabello comenzó a ponerse blanco.
El vivir solo lo volvió triste y se dió cuenta de que lo que necesitaba hacer era ayudar a otras personas que lo necesitaban. Recordó que en el pueblo había una casa en la cual vivían algunos niños que no tenían padres. Vivían de cualquier cosa que la gente del pueblo les llevara, y Oletzero se dió cuenta de que esos niños eran muy solitarios, justo como él, y de que él podría hacer cosas para ellos de modo que fueran felices.
Olentzero era muy inteligente y muy bueno haciendo cosas con sus manos, de manera que hizo algunos juguetes de madera para aquellos niños: pequeños juguetes y muñecas, que el podría llevar a los niños cuando fuera al pueblo a vender su carbón.
Cuando él terminó las muñecas y muñecos, los puso en una gran bolsa, puso la bolsa sobre su burro, y marchó hacia el pueblo. Olentzero se sintió muy feliz por dentro aquel día, y sus ojos refulgieron con mucha brillantez.
Le tomó toda la mañana caminar a través de las montañas hasta llegar al pueblo, pero estaba muy feliz. Sonreía como si estuviera en un sueño, porque iba a llevar a los niños los juguetes que él había hecho.
Los niños pequeños del pueblo estuvieron muy felices también cuando recibieron sus regalos, y Olentzero se pasó la tarde jugando con ellos y contándoles las historias que había aprendido de su padre cuando él era pequeño. Los niños y niñas amaron mucho a Olentzero y después de aquel día no se sintieron tan solos como antes. Olentzero se volvió muy conocido en aquel pueblo. Cada vez que él se acercaba, rápidamente era rodeado por los niños.
Esto sucedió por muchos hermosos y felices años, pero una vez hubo una terrible tormenta en el pueblo y en las montañas de la periferia, la cual destruyó muchas cosas. Los fríos, fuertes vientos y el sonido de los truenos dejaron a la gente muy asustada y trastornada, especialmente a los niños.
Pero mientras él estaba tratando de salir, una viga de madera vieja y grande del cielo raso cayó sobre él. Olentzero cayó con gran dolor, y su fuerte y hermoso corazón se detuvo. Las personas en el pueblo lloraron cuando vieron la casa en llamas, y supieron lo que había ocurrido, y se dieron cuenta de que no había nada que ellos pudieran hacer.
Pero en ese mismo momento fueron sorprendidos por una brillante luz que salía de la casa en llamas. Nadie podía ver lo que estaba ocurriendo adentro. Pero dentro de la casa, el hada que había encontrado a Olentzero en las montañas, cuando él era un bebé muchos años atrás, apareció junto a Olentzero y comenzó a llamarlo por su nombre con su dulce voz: "¡Olentzero! ¡Olentzero!"·
Ella dijo: "Olentzero, tú has sido un buen hombre, lleno de fe y de buen corazón. Has dedicado tu vida a hacer cosas para los demás, y has dado hasta tu propia vida para salvar a otras personas. Por lo tanto no quiero que te mueras. Yo quiero que vivas para siempre. De ahora en adelante tú harás juguetes y otros regalos para los niños de este pueblo y de todos los rincones del País Vasco."
"todas las cosas que tienen un nombre existen, si nosotros creemos que existen".
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