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domingo, 16 de diciembre de 2012

TRADICIONES NAVIDEÑAS EN EUSKAL HERRIA


LOS "MARIJESES" DE GERNIKA


Nota recibida de 
 Euskal Souvenirs
 desde Gernika






La tradición de los Marijeses consiste en un novenario cantado por un grupo de personas que recorren las calles de Gernika de 4 a 6 de la madrugada, las nueve noches anteriores a la Navidad.

Desde el día 16 hasta el 24 de diciembre, un solista, seguido del coro va cantando los misterios de la Virgen y de la Navidad. El coro parte del atrio de Santa María –en la actualidad se inicia la ronda por detrás de la parroquia- y va recorrien
do distintos itinerarios cada día, para terminar nuevamente en la parroquia de Santa María..

Las melodías y estribillos que se cantan son tres –como si correspondieran a los tres actos de una obra teatral-. Las cuatro primeras noches se canta la melodía: “Abendu santu honetan”, segida del estribillo “María José, Jesús María”. A partir de la quinta noche se canta la melodía “Bilosik bazagoz ere” con el estribillo “Jesucristo adoratzen zaitugu, Jesucristo”.


El último día se hacen tres rondas. En la madrugada del 24 se canta la melodía “Nazareteko tenpluan dago”. A las ocho de la mañana se realiza otra ronda, con participación de txistularis y que termina con el estribillo “Ta bart Belenen, ta bart Belenen, jaio da Jesús Nazaren”. Tras terminar esta ronda se inicia otra que durará hasta el mediodía y es cuando se lleva a cabo la cuestación.



ORIGEN DE LOS MARIJESES


José Antonio Arana cree que los Marijesiak de Gernika constituyen un resto de una pieza teatral, que con el tiempo fue perdiendo su primitiva factura escénica para convertirse en una ronda callejera.


En cuanto a su estructura musical cree que aunque los textos se han mezclado, y se cantan indistintamente con una u otra melodía, lo cierto es que los Marijeses se dividen en tres partes bien definidas por las tres melodías diferentes que se interpretan.


Esta estructura musical de los Marijeses corresponde a una obra teatral en dos actos y un epílogo. La primera parte se iniciaría con un saludo ritual a la Eucaristía y continuaría con el anuncio del Nacimiento y las estrofas referentes a lo que podríamos encuadrar dentro del Antiguo Testamento o preparación del misterio de la Redención. Trascurre este acto desde Adán hasta la Anunciación del Ángel a María. El segundo acto, con una segunda melodía, cuenta ya el Nacimiento, la Adoración de los Reyes, las escenas de Herodes, y el anuncio a los pastores. El epílogo, con una tercera melodía, es la fiesta de los pastores y la despedida de los actores.


La duración de la obra sería de hora y media, aproximadamente. Este espacio de tiempo era tradicionalmente respetado hasta hace unos quince años en la ronda guerniquesa. El crecimiento del espacio urbano hacía que la ronda tuviera que ampliar su recorrido para hacer llegar a todos los rincones de la villa su mensaje.



ANTIGÜEDAD DE LOS MARIJESES


Las primeras noticias que se tienen de los Marijeses se remontan al siglo XVII, donde aparecen ya impresas algunas de las estrofas que actualmente siguen cantándose. En 1691 el sacerdote durangués Nicolás Zubia Araoz (1647-1694) publicó en San Sebastián una Doctrina Cristiana en Basquence de la que no se conserva ningún ejemplar. Su contenido nos es conocido por otro libro que otro sacerdote durangués, José de Lezamiz (1654-1708), publicó en México en 1699: Vida del apóstol Santiago. En este libro de Lezamiz aparecen las Coplas a la Encarnación y Nacimiento de Nuestro Señor Jesu Christo, tomadas del libro de Zubia. Estas coplas, y muchas más, son las que componen los actuales versos de los Marijeses de Gernika que tienen fecha de impresión de fines del siglo XVII. No será aventurado pensar que, puesto que Zubía no dicen que sean propias, sean tomadas del pueblo que las cantaría desde mucho antes. Desde ese antes que puede ser el de la pieza teatral que repetida Navidad tras Navidad quedaría fijada en la memoria del pueblo.


Aquella pieza teatral primitiva vasca, algunas de cuyas estrofas no fueron conservadas por Zubía y Lezamiz, pasaron nuevamente a ser recordadas impresas por Barrutia en el siglo XVIII.


Los Marijeses de Gernika fueron primeramente publicados por Pedro Garratza, llamado en realidad Pedro Bidaguren Barayazarra (1867-1951). Hacia 1915 imprimió en Gernika, en la imprenta de Gotilla y Ormaechea, un librito titulado Canta Barriak Gaboneracuac bederatzi egunian cantateco-Marijesiac burus euquiteco direnac o Cantos de Navidad para ser cantados durante nueve días, o sea, Marijeses que han de saberse de memoria. En el citado librito aparecen 75 estrofas con los 32 versos que se han de cantar los cuatro primeros días, los 31 de los cuatro siguientes y el resto para el último día, 24 de diciembre:


Aunque los Marijeses se han celebrado desde época inmemorial, la falta de documentación solo permite remontar a principios del siglo XX para saber cómo se cantaba. Como aceptación general, se puede afirmar que el grupo que hacía la ronda estaba formado por un solista más cuatro o cinco acompañantes que formaban el coro.


En 1915 peligró la supervivencia de los Marijeses. La Guerra Mundial hizo que las fábricas de armas de Gernika trabajaran a tope y que los Marijeses no pudieran perder sueño en las nueve frías noches del novenario. En tal circunstancia, un grupo de 15 estudiantes se dispusieron a cubrir la vacante de los armeros. Parece que la ronda de Marijeses se iniciaba arrodillándose todos, para cantar la primera estrofa, en el último peldaño de la grada de Santa María. Allí se iniciaba el recorrido por las calles del casco de Gernika. Acabada la Guerra Mundial en 1918, volvió a salir el quinteto tradicional, si nien acompañado por algunos estudiantes que habían tomado gusto a la tradición.


En 1937, sin calles donde cantar, hubo otro parón hasta que en 1940, con la villa aún destruida, surgió de nuevo la tradición.



IMPORTANCIA DE LA CUESTACIÓN


Los grupos eran cerrados, al solista le acompañaban 4 ó 5 personas, a veces seis, pero no más, entre los cuales se repartía la cuestación. Si el grupo fuera mayor, la “partija” sería menor.


Las condiciones que soportaban los Marijeses eran duras: Después de cantar de 4 a 6 de la madrugada, solo les quedaba una hora para recuperar fuerzas, ya que a las 7,30 tenían que ponerse nuevamente en marcha dirección al taller, donde les esperaba una dura jornada de mañana y tarde. Por ende el mantenimiento de la tradición suponía un sacrificio que se veía comprensado el último día de la cuestación.


Durante el racionamiento de la época de la postguerra las condiciones de vida eran muy duras. Agustín Irazabal, de la panadería Labakoa, empezó a ofrecer al grupo de Meaza unos panecillos –pan blanco- cuando pasaban por su tahona. Los bares les ofrecían botellas de licor.


Cuando la situación se normalizó, los Marijeses empezaron a entrar en la panadería para ofrecer vino o licor a los panaderos a cambio del tradicional pan. Hoy en día la tradición se mantiene y la entrada a la panadería de Labakoa, es una de las paradas obligatorias.


El último día, 24 de diciembre, era muy especial para los Marijeses. Ese día no iban al taller. Tras la primera ronda de las 4 de la madrugada, se iniciaba una segunda a las seis de la mañana. Para entonces el pueblo ya se estaba despertando: Los madrugadores y madrugadoras iban a la primera misa, las pescadoras de Bermeo empezaban a abrir sus pescaderías y las aldeanas se disponían a preparar sus puestos para la venta de sus productos de caserío.


En esta segunda ronda ya iban acompañados de txistu y el atabal, para tocar el aurresku y bailar con los que ya habían salido de sus casas. Este aurresku y su correspondiente baile, antes de la guerra tenía lugar en la plaza del ayuntamiento, y después de la guerra en el Pasileku..


Tras esta segunda ronda, venía la cuestación. Ésta solamente era realizada por el grupo reconocido. El trabajo era arduo. Había que recorrerse todo el pueblo y subir las escaleras de todos los pisos, ya que la cuestación se hacía de puerta en puerta. El solista se quedaba en el portal y el resto del coro subía las escaleras mientras iba cantando las estrofas. La “partija” –cantidad que correspondía a cada componente del grupo- podía variar entre las 300 y 500 pts.


Hacia los años 60 la situación económica había mejorado de manera considerable. En las fábricas se ganaba más dinero y las necesidades se podían cubrir mejor, así que el desánimo iba calando en el grupo de los Marijeses. Ante tal situación, hacia 1963, Alberto Zubiaurre logró una subvención del Ayuntamiento de 10.000 pts para que los Marijeses siguieran cantando y la tradición no desapareciera.


En 1965 se hizo una convocatoria popular para que acudiera más gente a hacer la última ronda con el mensaje de “Marijesiak gernikaleentzat”. La respuesta fue masiva..


A partir de los años 70 el grupo se abre, aumenta considerablemente en el número de personas que se dan cita para cantar el novenario, pasando la cuestación a segundo plano. Los solistas ya no acuden a cantar atraídos por la bolsa, sino por un deseo innato de mantener la tradición, dedicándose el dinero obtenido a fines benéficos.

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