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jueves, 31 de enero de 2013

HISTORIA - REPORTAJE

EL ÚLTIMO GUDARI ENCARTADO

Cien velas para el último gudari

Antonio Izaguirre, único superviviente encartado de la Guerra Civil, cumple un siglo
ELIXANE CASTRESANA - Miércoles, 30 de Enero de 2013 
Antonio Izaguirre celebrará su cumpleaños con sus hijos y su nieta en su casa de La Quadra.
Antonio Izaguirre celebrará su cumpleaños con sus hijos y su nieta en su casa de La Quadra. (David de Haro)

TENDRÉ que felicitar a Felipe de Borbón…", comenta risueño Antonio Izaguirre al calor de la chimenea en su casa de La Quadra. En realidad, el príncipe debería felicitar al último gudari de Enkarterri, que hoy también cumple años. En este caso, 100. Esta mañana, Antonio Izaguirre se sentará a leer el periódico -sin gafas- y escuchará la radio. Soplará las velas arropado por los suyos y por la noche verá el partido de Copa que enfrenta al Barcelona y el Real Madrid. Un plan perfecto para un día irrepetible.
El 30 de enero de 1913 vino al mundo en el barrio Iorgi de Sodupe. "Nací pronto, a las 2.00 de la madrugada. Fui el séptimo de diez hermanos", recuerda con una exactitud que sigue asombrando a sus allegados. Cuando tenía 6 años, su madre falleció en el parto de su último hijo. Entonces, su hermana mayor se convirtió en la figura femenina de referencia, mientras su padre trabajaba duro para sacar adelante a su numerosa prole. "Por las mañanas, en la huerta, y por las tardes, en la fábrica La Conchita, de Sodupe", rememora.
El pequeño Antonio soñaba con militar algún día en el Athletic, pero ni siquiera se planteó intentarlo en serio, porque la prioridad era ayudar en casa. "Jugué en Zalla, Aranguren y Balmaseda. Hoy me hubiera plantado en Lezama para que me hicieran una prueba", confiesa. Preguntaba a su padre cuándo podría aportar su granito de arena a la economía familiar. Y al final obtuvo la respuesta. "El 31 de enero, al día siguiente de cumplir 14 años, mi padre me avisó de que me habían contratado en la fábrica", rememora. Los domingos se divertía con sus amigos en los bailes que se celebraban en los municipios de los alrededores. En uno de ellos conoció a la que sería su mujer. "Un 19 de enero coincidimos cuando volvíamos en tren a Sodupe de un baile en Zalla. A los dos meses y medio le pregunté si le parecía bien iniciar una relación. Entonces las cosas se hacían así", reconoce. Pilar falleció hace seis años, después de un matrimonio que duró 63.
RECUERDOS AGRIDULCES El estallido de la Guerra Civil truncó la felicidad de la pareja. Antonio y sus tres hermanos no dudaron en unirse a la lucha contra las tropas nacionales. Cinco meses después murió su padre. "Creo que le pesó mucho que los cuatro hijos estuviéramos en el frente. Afortunadamente, todos volvimos vivos". El 31 de marzo de 1937 vio cómo 56 aviones surcaban el cielo de Markina sembrando el terror a su paso. "Eran 21 bombarderos y 25 cazas. Los conté uno a uno", relata.
Tras la caída de Euskadi en manos franquistas se desplazó a la zona de Teruel. "Una guerra es algo terrible, se pasa muy mal", subraya. En medio de la contienda no les quedaba más remedio que buscar sus ratos de asueto para desconectar del drama que les rodeaba. "En cierta ocasión me preguntaron si me dedicaba al deporte después de verme en unas competiciones que organizamos". Es más, Antonio todavía presume de que su talento futbolístico les reportó unas vacaciones a él y a sus compañeros. "Jugamos un partido y el superior nos dijo que el equipo ganador disfrutaría de diez días libres. Ganamos por 3-2. Yo anoté el gol de la victoria en el minuto 37 de la segunda parte. El jefe cumplió con su palabra", evoca con una sonrisa.
Enkarterri no olvida a los gudaris que defendieron sus ideales durante la guerra. Todos los años se oficia un servicio religioso en Güeñes, seguido de una ofrenda floral en el monumento en su honor situado junto al Ayuntamiento. Hoy día, solo Antonio Izaguirre puede contar a las generaciones más jóvenes las penurias que soportaron. Los demás compañeros ya han muerto.
EN FAMILIA Por eso aprecia cada instante que pasa en compañía de los suyos: sus hijos, Enrique, Vicente y Loli, y su nieta, Nerea, que ha viajado expresamente desde Cambridge, donde estudia, para acompañar a su abuelo. "Cien años no se cumplen todos los días", afirmó la joven de 23 años -la misma edad que Antonio tenía cuando comenzó la Guerra Civil-. Por aquel entonces, Antonio no se imaginaba que un día hablaría con ella por ordenador "como si la tuviera al lado".
Desde que se jubiló en la fábrica Echebarria de Kastrexana, a los 64 años, ha podido dedicar más tiempo a sus aficiones. Lee y, hasta el año pasado, cultivaba su huerta a diario. Aunque los achaques que le obligan a caminar con un bastón delatan que acaba de cumplir un siglo de vida, su mente se conserva tan lúcida como en su juventud. "Antes no hacíamos más que trabajar. ¡También hay que disfrutar!", reflexiona con un carácter marcado. Desde luego, él lo hará en las comidas que le han preparado para festejar su cumpleaños tanto hoy como el próximo sábado.
Fuente:  http://www.deia.com/2013/01/30/bizkaia/cien-velas-para-el-ultimo-gudari

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