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lunes, 20 de mayo de 2013

PREHISTORIA


RECORRIDO POR LA CUEVA

Askondo, un viaje a nuestro pasado

DEIA PENETRA EN LA CUEVA DE MAÑARIA, EN LA QUE HAN SIDO DESCUBIERTAS INTERESANTES PINTURAS RUPESTRES DATADAS EN 25.000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD
El arqueólogo Joseba Ríos observa los trazos de uno de los
 caballos pintados  en rojo encontrados en la cueva. (Zigor lkorta)

MAITE REDONDO - Domingo, 19 de Mayo de 2013 

MAÑARIA
CUENTA la leyenda que en la cueva de Askondo, conocida como el lugar donde habitaban las lamias, desapareció una joven de un caserío cercano que solía bajar a hilar de noche. Advertida por estos seres mitológicos de que no regresara jamás, no hizo caso y nunca más se volvió a saber de ella.
En un entorno natural de gran belleza, en Mañaria, en el parque de Urkiola, se encuentra esta impresionante cavidad que se acaba de revelar como uno de los más importantes conjuntos de arte rupestre de Bizkaia al encontrarse pinturas con una antigüedad de más de 25.000 años.
Dentro de la oquedad, casi en completa oscuridad, soñando despiertos, el misterio se acentúa. Sus paredes han guardado durante miles de años misterios que todavía hoy son insondables. ¿Quién fue el hombre o la mujer que visitó estas cuevas y que dejó plasmada en rojo su mano en una de las paredes? ¿Por qué lo hizo? ¿Qué simbolizan esos impresionantes caballos pintados a la entrada de la cueva? ¿Y por qué se incrustó en una de las paredes ese hueso de ciervo cuya antigüedad ha podido ser datada en 23.800 años, fijando el conjunto en la época gravetiense?
DEIA ha llevado a cabo una visita al interior de la cavidad, que se encuentra cerrada al público, con dos de los expertos arqueólogos, Diego Garate y Joseba Ríos, responsables del importante hallazgo que ha colocado a Askondo en el podio de las cuevas de Bizkaia, en cuanto a arte parietal paleolítico se refiere, tras Santimamiñe y Arenaza. Un viaje a nuestro pasado, a lo que fuimos hace 25.000 años.

"NOS EMOCIONAMOS"
Descubrimiento
El camino para llegar a la cueva no está visible a primera vista. Al finalizar un sendero casi oculto, se divisa una pequeña verja de hierro cerrada. Askondo ha padecido durante décadas actos de vandalismo, incluso se llegaron a dibujar grafitis, además de sufrir numerosos expolios.
Sin embargo, las pinturas rupestres han pasado desapercibidas hasta que el 9 de enero de 2011 estos dos arqueólogos se percataron de su existencia. "No fue nada casual", aclaran. "Estábamos visitando varias cavidades que figuraban como destruidas, dentro de un proyecto de investigación de la Diputación de Bizkaia sobre el poblamiento paleolítico en el interior de Bizkaia, y nos decidimos a acudir a Askondo para conocer su estado real. No habíamos estado nunca, pero por las descripciones nos parecía interesante. Enseguida nos dimos cuenta de que la boca original estaba destruida por una antigua cantera, pero la cueva parecía intacta", relatan estos expertos mientras abren las puertas de la verja. (La cueva ha sido clausurada para garantizar su protección y ha sida automáticamente declarada como Bien de Interés Cultural).
Joseba y Diego recuerdan la emoción que sintieron cuando recorrieron los 300 metros de la cavidad y al volver se encontraron con un hueso de animal hincado en la pared, que los arqueólogos relacionan con alguna actividad artística: "Se nos encendieron las alarmas, empezamos a mirar con más detenimiento y reparamos en algo de pintura roja, entonces pensamos que podía haber algo más. Comenzamos a observar con más detalle y fue cuando nos encontramos con este caballo. Es tan espectacular, tan claro, tan nítido, que nos dimos cuenta de que estábamos en una cueva con arte rupestre. Enseguida comprendimos la importancia del hallazgo y decidimos comunicarlo al servicio de patrimonio de la Diputación para empezar un estudio más exhaustivo".
En total, se han localizado en la cueva de Askondo una decena de representaciones figurativas pintadas, además de cerca de una treintena de restos dispersos de colorante, puntos, manchas, líneas... algunas de ellas de más de 25.000 años.

DEL PALEOLÍTICO
Artistas
La cueva tiene una amplia entrada, donde llega la luz natural. La pared izquierda está muy alterada por una hoguera, que ha provocado una gran mancha de hollín, pero deja entrever una serie de manchas rojas muy desvaídas que forman un caballo con curvatura en la zona de la boca, que los expertos denominan "morro con forma de pico de pato" y que se observa en otros conjuntos localizados en Francia y el interior de la Península . En realidad, tras el estudio en profundidad, se ha detectado que el panel se compone de cuatro caballos pintados en rojo y afrontados dos a dos.
La entrada a la cavidad se prolonga unos metros más a través de un paso estrecho antes de acceder al amplio vestíbulo interior, que tiene una altura de 10 metros. La mayoría de las figuras se han encontrado en el área de entrada y el vestíbulo, donde llega la luz natural, y solamente tres series de líneas rojas se sitúan al fondo del espacio, a unos 150 metros de la entrada.
La huella de la mano de uno de estos maestros impregnada de pintura roja y presionada sobre la roca adquiere una impresionante fuerza mágica y evocadora. Se conservan los trazos débiles de los dedos con el pulgar separado y el resto dispuestos de dos en dos. En el extremo del dedo indice, se observa una mancha de color que se prolonga a su derecha. La palma es menos perceptible, sobre todo en su parte inferior. Askondo se reserva otro enigma: el hueso de ciervo, que aflora de la pared a dos metros de altura. Mide 23 por seis centímetros. ¿Qué quiso comunicar el artista?
Introduciéndonos en la cueva, tras ascender una rampa se accede a una galería rectilínea, el espacio se reduce y las paredes se van estrechando. En una de las paredes se destectan algunas manchas rojas. Poco a poco, la galería se abre formando dos salas interiores. En la actualidad, prácticamente todo el suelo ha sido levantado por excavadores furtivos en busca de huesos de los osos cavernarios.
En el inicio del tramo más profundo de la cavidad, a 120 metros de la entrada aproximadamente, el techo se hace cada vez más bajo lo que obliga a desplazarse agachado. Tanto el techo como las paredes presentan marcas evidentes de pulido debido al paso de los osos. Se han recuperado 5.839 restos de fauna, principalmente de osos de las cavernas.

NÓMADAS
Moradores
¿Cómo eran los moradores que habitaron esta cueva hace 25.000 años? En la entrada y en el vestíbulo, dormían, desarrollaban sus actividades cotidianas, como la preparación de alimentos, la confección de vestimenta o la fabricación de armas y útiles domésticos, pero no parece que vivieran aquí durante largas temporadas.
"Sabemos que estuvieron aquí, que hicieron fuego, que pintaron, que pasaron algunas noches... Quizás, la cueva de Askondo se pudo utilizar como cazadero, apostadero o para controlar las manadas de animales. Pero, de aquí a vivir en ella, lo dudamos. No ofrece muchas condiciones, es una cueva muy húmeda, durante muchas épocas estuvo inundada, de hecho se puede apreciar en algunos de los bordes", explica Joseba Ríos.
Fueron densidades de poblaciones muy bajas, nómadas, que se desplazaban mucho por el territorio vizcaíno. "De hecho, aquí algunos de los sílex que hemos encontrado vienen de Urbasa, otros de Treviño, sabemos que tienen relación con el sur de Francia... Es posible que incluso fueran los mismos grupos humanos, formados por niños, adultos y ancianos, que se desplazaron por territorios muy amplios y que ocuparon zonas diferentes en distintas épocas del año, buscando quizás la caza o recolecta de frutos en lugares cómodos...", explica el arqueólogo vasco.
Aquí acaba el viaje a las cuevas de Askondo, en Mañaria, un retazo de la odisea del ser humano a través del tiempo, que hoy nos es posible conocer gracias al espléndido trabajo de investigación de estos arqueólogos, realizado a instancias de la Diputación Foral de Bizkaia.

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